Festejos de fin de año
Las fiestas de fin de año son un momento muy especial para cada uno de nosotros así como para las familias. Son tradiciones milenarias y que se encuentran desparramadas en todas las culturas. Los particulares modos de festejo ya se consideran universales: comida y bebida en abundancia en almuerzos y cenas de celebraciones con festejos hasta horas no habituales. Los agasajos incluyen en nuestro país formas no acostumbrados como son el empleo de fuegos de artificio y pirotecnia no solo a fin de año sino también durante la Navidad.Las familias seguramente han pasado ya por éste trance y los niños con TEA no siempre disfrutan un tiempo en que todo es tan desproporcionado, ruidoso y fuera de sus rutinas habituales. Esas familias pueden optar por hacer algo distinto sin necesidad de aislarse ya que existen numerosas formas de lograr que los chicos participen en la medida de sus posibilidades.
Así es más que necesario la “anticipación” que se puede realizar de mil maneras, desde remarcar las fechas de Navidad y Año Nuevo e ir tachando los días y aun más imaginativas, con dibujos, tarjetas o fotos. Tal antelación se puede hacer más intensa durante las vísperas, asegurando también que el niño “comprenda” la importancia de la fecha para la familia, por la religión o los motivos que fueren y asegurando que nada le ocurrirá y que por el contrario, es un “refuerzo” extra por los logros obtenidos. Es primordial que puedan ayudar en la decoración, en la preparación de alimentos y en los arreglos de las mesas. Es aconsejable siempre cuidar la dieta de los niños y no cometer errores de superabundancia, tanto de bebidas como en las comidas, como también es observar cuidado en los horarios y distinguir cuando ya el tiempo de retirarse ha llegado, no forzándolos a “divertirse”
Respecto de la pirotecnia y los fuegos de artificio, el recuerdo de años pasados les dará el fiel de “hasta donde y hasta cuándo…” Es aquí donde valen consejos que puedan recibir, tales como que, llegado el momento del ruido desenfrenado, aislar al sujeto en el ambiente más protegido contra sonidos, ya sea una habitación o el lugar al cual se lo ha ido habituando, en el silencio posible, con música o una película favorita y, tal vez, alguien influyente logre con su presencia relajarlo. En otros casos –y a favor de cuando puedan o no participar-, tapones en los oídos (desde algodón, los de ventas en farmacias y aun los de “seguridad industrial” para distintos niveles de ruido. Es conveniente ir acostumbrándolos previamente para que su colocación no sea invasiva.
Estas recomendaciones alcanzan a la gran mayoría de personas con TEA, aunque hay una minoría que los festejos podrían provocar consecuencias autolesivas o agresivas muy serias. En estos casos, consultar con un psiquíatra infantil, neurólogo o médico de cabecera, es lo más acertado.
Claudio Hunter-Watts
http://www.porres.edu.ar
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