Hasta hace apenas una década sólo 1 persona en 10 mil era diagnosticada con el Trastorno del Espectro Autista (TEA). En la actualidad, de la mano del avance y la profundización en la investigación multidisciplinaria, esa proporción cambió radicalmente hasta llegar a la estadística actual, según el Center for Desease Control (CDC) de los Estados Unidos, que indica que 1 de cada 155 personas lo padece. “Esto no se debe a que el autismo haya crecido, sino a que hoy tenemos un conocimiento mucho mayor y esto ha permitido modificar el diagnóstico”, explica Robert Shcramm (41), uno de los más reconocidos especialistas mundiales en el llamado Applied Behaviour Analysis y director de la primera institución que lo aplica en Alemania.
Comúnmente conocido como método ABA, se trata de un sistema de enseñanza que, si bien puede utilizarse con todos los chicos para mejorar su aprendizaje y desarrollo, tiene una estrecha relación con el tratamiento de los niños diagnosticados con TEA, ya que es en estos casos donde se ha demostrado científicamente su mayor eficacia. Schramm, Master en Análisis Conductual Aplicado, con más de dos décadas en la docencia y, desde 1997, especialista en la enseñanza de chicos autistas, llegó a la Argentina por tercera vez convocado por la Escuela de educación especial San Martín de Porres, la única que aplica este método en el país, para dictar una serie de workshops en el Colegio Hans Christian Andersen.
Hasta hace unos años el autismo estaba asociado a una persona completamente incomunicada con el mundo. Así lo creyó también la ciencia hasta hace apenas unas décadas. Pero en los últimos años ha habido un cambio notable en la manera de diagnosticarlo. Esto viene de la mano del hecho de que ha dejado de ser considerado una enfermedad para ser visto como un trastorno de comportamiento. Por lo tanto, no puede diagnosticarse con un análisis de sangre ni con una tomografía. Este cambio multiplicó la incidencia. Antes, sólo se diagnosticaba a los chicos con autismo obvio. En la actualidad, sabemos que esos casos son sólo los más severos y que representan un parte minoritaria de todo el espectro. Hay muchísimos casos de niños autistas que tienen una respuesta normal en casi todas las áreas de la vida, incluso a veces por encima del promedio, pero luego hay una en la que su comportamiento es distinto.
¿Qué pasaba hace diez años con esos miles de chicos que no recibían este diagnóstico? Eran considerados y tratados como chicos con desórdenes emocionales, problemas de comportamiento o, simplemente, no recibían ningún diagnóstico. Se los veía como “raros” por sus dificultades de aprendizaje o para relacionarse y terminaban siendo chicos excluidos. Es decir, sufrían las consecuencias y los prejuicios por falta de una identificación certera del trastorno.
¿Cuál es la recomendación para la educación de un chico que padece TEA? En la medida en que sea posible, es decir, en que el grado de autismo lo permita, es mucho mejor que un chico con este trastorno sea incluido en una escuela normal. La razón es que el espectro es tan amplio y tan diverso que no existe un método de enseñanza o tratamiento aplicable a todos. Un chico con autismo puede perfectamente, y es recomendable que así lo haga, asistir a la misma institución que chicos que no lo padecen. Lo que se necesita es instruir a los maestros en cómo enseñar según las necesidades individuales de cada chico. Porque la escuela debe preparar a las personas para vivir en sociedad, tengan o no este trastorno.
¿Cuáles son las últimas novedades sobre las causas del autismo? No hay una razón única. Hay muchas teorías y mucha gente haciendo progresos en distintas áreas para saber más. Por ahora se sabe que en su origen hay razones tanto de orden neuropsicológico como genético. Lo importante es que en tanto no es una enfermedad no es algo que se pueda curar en los términos de la medicina tradicional. Tenemos, entonces, que encontrar tantas maneras distintas de tratarlo como casos existan.
Sobre esta teoría, ¿de qué manera trabaja el método ABA? Nuestra aproximación es educativa. Básicamente, se trata de crear ambientes propicios para el mejor aprendizaje y esto, que es beneficioso para todos los chicos, se revela especialmente eficaz para los que tienen dificultades. Nosotros no ahondamos en las razones que provocan un cierto comportamiento, sino que focalizamos la atención en el comportamiento propiamente dicho. Ponemos la energía en identificar los comportamientos apropiados de cada chico, aquellos que queremos estimular y acrecentar, así como los inapropiados, que son los que queremos desalentar. Y buscamos encontrar las cosas que hay en el ambiente que propician unos y otros. Luego aplicamos técnicas de motivación para construir un ambiente propicio que refuerce los comportamientos positivos y debilite los negativos.
¿Se ha podido demostrar científicamente la eficacia del método ABA? Sí, en 1999 el Ministerio de Salud de los Estados Unidos, tras treinta años de investigación, listó este sistema como el único con resultados demostrados en el largo plazo. Ningún otro tratamiento, ya sean los médicos o los que tienen que ver con una alimentación específica, han podido demostrar su eficacia con estudios. Sucede que el método ABA demuestra lo que hoy se sabe: que el problema en los chicos con autismo no es de inteligencia, no es que ellos tengan menor capacidad para aprender, sino que nosotros no encontramos la manera de motivarlos para que aprendan.
Muchas veces es difícil encontrar el diagnóstico. ¿Qué les aconseja a los padres que están en duda? Que estén atentos a las señales (ver recuadro) y no demoren la consulta con un profesional. Lo importante es iniciar un tratamiento apropiado. Esto es, dar con un sistema de enseñanza que entienda las necesidades individuales de cada chico, lograr que cada uno de los adultos de su entorno sea capaz de aplicarlo para crear bases fuertes. Entonces, desde la madre y el padre, hasta la maestra y los abuelos, todos deben ser enseñados para ayudarlo. Las bases se establecen minuto a minuto. Porque todo comportamiento que el chico muestre debe ser seguido por alguna respuesta, ya sea de refuerzo o de castigo, que es lo que le va a dar la pauta de si puede seguir usando ese comportamiento o no.
En la actualidad, tanto en la Argentina como en el mundo, hay un sobre diagnóstico de ADD (Trastorno por Déficit de Atención). ¿Es posible que esto se confunda con el autismo? Estoy seguro de que esto sucede, en ambas direcciones. Pero desde una perspectiva de la enseñanza como la nuestra lo importante no es el diagnóstico específico, sino ver cómo lograr que tenga decisiones de comportamiento que impacten positivamente en su vida. Eso se llama ADD o TEA, no es lo primordial para nosotros. Lo crucial es ver cómo se ayuda a esa persona a mejorar su vida. La razón por la que ABA es tan comúnmente puesta junto al autismo es porque pareciera que nadie más está tratando de ver cómo mejorar la vida de las personas que padecen este trastorno.